domingo, 17 de mayo de 2009

El costado más oscuro







Los noticieros de televisión, siendo una de las principales fuentes de información, sólo prestan atención a los cortes de rutas, generando así un enfoque limitado de la acción piquetera y, por ende, la mayoría de los televidentes limitan su opinión sobre los movimientos piqueteros a lo que ven en dichos noticieros.




Hay algunos grupos piqueteros que acaparan ­gran parte de la atención, ya sea por su fuerte poder de convocatoria o por su poder político, logrando mayor popularidad que otros, como el MIJD, la CCC, el MTD-Evita, etc. –que actúan en conjunto negociando subsidios y planes–, generalmente nombrados por sus máximos representantes (tales los casos de Luis D´Elía y Raúl Castells).

El conocimiento que la gente tiene sobre las bases y principios de éstos y los demás grupos piqueteros se ve limitado a lo que se muestra en pantalla, que generalmente consiste en noticias sobre cortes de ruta y puentes para reclamar al Gobierno la entrega de planes de asistencia social. Es por eso que socialmente se tiene una opinión negativa sobre el método utilizado para llevar a cabo los reclamos.


Si le preguntamos a cualquier persona con qué imagen asocia un reclamo piquetero, seguramente nos responderá “neumáticos quemados”, “hombres con palos” o, en un caso más extremo, “salvajes que no me dejan ir a trabajar”. Son pocos los que dirán “personas con hambre”, “excluidos del sistema que se agrupan para reclamar trabajo”, o –por qué no–, “padres y jóvenes desesperados a los que nadie escucha”.





Por otra parte, cuando se habla de influencia de los noticieros en estos grupos, la mayoría opina en que ésta es positiva para los manifestantes piqueteros, dándoles mayor poder de acción.
El manejo de los movimientos piqueteros que están realizando los medios no es para nada casual; este fenómeno es una expresión del cambio profundo del sector social en la Argentina, las condiciones socioeconómicas son la causa principal del fenómeno, y justamente los grupos económicos son quienes tienen intereses en juego, además de poder e influencia en los medios.

Con la manipulación de este tipo de noticias aseguran sus posicionamientos, aseguran que aquel que reclama por un Plan Jefas y Jefes –ya sea cortando una ruta o una sesión de senadores y diputados–, sea “un vago que no quiere trabajar”.


Les sirve este manipuleo de la información, para que la clase media se sienta “víctima” de estos “vagos” que no los dejan ir a trabajar, que son los “culpables” de todos sus contratiempos, que “ellos” son distintos de “nosotros”, y “nosotros” somos los perjudicados por “ellos”. Parece raro e insólito recordar que hace tan poco tiempo estaban unidos gritando “que se vayan todos.





La mayoría de los habitantes de la Capital Federal no conoce los reclamos de estos movimientos, no se conocen tampoco las actividades de los grupos independientes, ni siquiera sospechan que lo que se reclama en el Ministerio de Trabajo es la obtención de planes sociales, o en el Ministerio del Interior bolsones de comida para combatir el hambre de miles de personas. Menos aún sobre los emprendimientos productivos que organizan grupos autónomos para lograr una limitada economía de subsistencia.

Tampoco entienden que el “poder de acción que los medios les otorgan al darle pantalla”, les sirve para contar con el apoyo del Estado en proyectos de mayor envergadura, por ejemplo la realización de obras públicas.


No desconozco que en un fenómeno tan amplio como el de los piqueteros existan malintencionados, que procuran movilizar, hacer política y buscar beneficios propios –es sabido que cotidianamente se realizan actos de clientelismo política en todos los estratos sociales–, pero no por eso debemos dejar de mirar el costado más oscuro, que no son los cortes de ruta ni los reclamos con intenciones políticas, sino el hambre de miles de excluidos que se reúnen con la esperanza de lograr 250 pesos mensuales.


El problema no es el método del reclamo, sino el porqué del mismo. Tenemos que limar nuestra capacidad de interpretación y no ver sólo aquello que nos muestran, sino un poco más allá. Ese sería un buen comienzo.

César Fiscina

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