Durante los periodos presidenciales de Ronald Reagan en Estados Unidos, y Margaret Thatcher en Inglaterra, las ideas relativas al manejo económico por parte de las grandes potencias cambiaron. Un ejemplo de esta nueva conducta fue la transformación que sufrió el Fondo Monetario Internacional
En esa época, una gran cantidad de egresados de la Escuela de Chicago pasaron a formar parte del staff del organismo. La prestigiosa institución americana era conocida por su fuerte promoción de los mecanismos y criterios de libre mercado. Por ello, a los hombres de negocios les resultaban muy agradables los estudios y teorías que allí se realizaban. Un número no muy alto de empresarios se concentraron en apoyar a la universidad. Eran pocos, pero muy poderosos y ricos.
El testimonio de Davison Budhoo, economista empleado del FMI que trabajó 12 años diseñando programas de ajuste estructural, es uno de los más completos y extensos sobre los métodos que se utilizaron para condenar a economías que se resistían al capital internacional y la voluntad de los bancos (ver la carta abierta que escribió en repudio a las actividades del organismo).
El arrepentido explicó que el organismo internacional exageró cifras sobre Trinidad y Tobago con el fin de dar la apariencia de que la economía era menos estable. Según lo explica Naomi Klein en su libro La doctrina del Shock, “el organismo había aumentado (hasta más del doble) la magnitud de una estadística fundamental que medía los costes laborales en el país para que éste pareciera tener un nivel de productividad pésimo. También se inventaron de la nada unas supuestas y cuantitosas deudas pendientes del Estado Caribeño”.
El FMI estaba castigando y disciplinando para transformar la economía. Según la autora canadiense el proceso de desorientación que utilizó el organismo internacional se basa en la idea de que sólo una crisis real o percibida y el shock que genera permite realizar cambios que de otra forma no se producirían. Klein profundiza estos conceptos en su libro (avance en youtube).
La respuesta de los mercados financieros fue la esperada: se suspendieron los flujos de capitales que recibía el país. No pasó mucho tiempo hasta que se hizo necesario recurrir al FMI, que obviamente, aprovechó la situación de crisis para incluir como condición al préstamo un paquete de reforma estructural: rebajas salariales, despidos masivos y privatizaciones: todas medidas que favorecían al sector empresarial y financiero extranjero.
Lo paradójico del caso es que no quedaron rastros de las importantes declaraciones del economista Davison Budhoo. Ya nadie recuerda nada de lo sucedido. La periodista Naomi Klein formula la cuestión de manera realista: “Trinidad y Tobago es un conjunto de pequeñas islas situado frente a las costas de Venezuela, y, a menos que su población se traslade en pleno hasta la Calle 19 de Washington para asaltar las oficinas centrales del FMI, lo tiene muy difícil para capturar la atención mundial”.
Navarro Adrían
Muchísimas gracias por el aporte belén. Me estoy leyendo el libro de Naomi y esperaba encontrar algo mas de informacion acerca de este valiente hombre. Lamentablemente los medios de comunicacion, siervos del capital, han sabido como eclipsarlo.
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